La fallecida duquesa británica, Lady Frances Rutland, dejó un testamento sorprendente. A su única hija, Lady Theresa Manners, solo 5.000 libras esterlinas (el equivalente a 6.500 dólares) , mientras que a sus perros dejó 10.000 libras esterlinas.
En el testamento hubo más indicaciones: «A mi criada principal Miss Dorothy Plowright” la suma de 2.000 libras esterlinas (unos 2.500 dólares). Otras 1.000 libras esterlinas (1.200 dólares) fueron legados a la viuda de su chofer. Según el mismo documento, Lady Rutland dejó 10.000 libras esterlinas (casi 13.000 dólares) a un tal Stephen Mellor, «junto con cualquier perro que pueda tener en la fecha de mi muerte».
El resto de su fortuna fue a parar a su nieto, Charles, marqués de Granby, quien heredará el ducado familiar. La decisión de la duquesa generó sorpresa, pero su hijo, el 11° duque de Rutland, no se mostró sorprendido, afirmando que su madre seguía el código aristocrático.
Lady Frances, nacida en 1938, vivió una vida llena de lujo y escándalos. Hija de Charles Sweeny, un magnate estadounidense y talentoso golfista, y Margaret Whigham, la hermosa duquesa de Argyll conocida por sus múltiples escándalos sexuales, Frances fue criada por la cocinera de la casa debido a la falta de interés de su madre en cuidarla.
Su madre, Margaret, era famosa por su promiscuidad y fue descrita por un juez como «una mujer completamente promiscua cuyo apetito sexual sólo podía satisfacerse con varios hombres». Esto generó un distanciamiento entre madre e hija, que se reflejó en la relación fría que mantuvieron.
A pesar de este entorno familiar complicado, Frances se convirtió en una hermosa joven que llamó la atención de la alta sociedad. Después de ser presentada en sociedad en una fiesta ofrecida por la reina Isabel II en 1955, Frances fue considerada una de las chicas más hermosas de la temporada y su fotografía apareció en las páginas de la high society.
Su matrimonio con Charles Manners, décimo duque de Rutland, en 1958, la convirtió en una figura prominente en la aristocracia británica.
A pesar de su reputación como «Frosty» debido a su personalidad fría, Lady Frances participó en obras de caridad y eventos sociales. Sin embargo, su legado está marcado por una decisión sorprendente: en su testamento dejó más dinero a sus perros que a su propia hija, Lady Theresa Manners. Esto ha generado mucha atención y debate sobre la vida y las decisiones de Lady Frances.