En Lisboa, Joana Mascarenhas, una influencer portuguesa de 36 años, se encontraba en el centro de la atención mediática tras ser condenada por un polémico método para controlar los berrinches de su hija de cuatro años. La madre, conocida por compartir consejos de crianza en sus redes sociales, publicó un video donde relataba cómo sumergir a la pequeña en agua fría había sido su solución para detener los episodios de llanto.
La Fiscalía abrió una investigación tras el revuelo que causó la grabación, en la que Joana se mostraba orgullosa de su enfoque, describiendo cómo, al ver a su hija llorar en la piscina, decidió meterla en el agua fría para «cambiar el foco» de la rabieta. Sin embargo, esta práctica fue considerada un acto de violencia doméstica.
El tribunal de Lisboa le impuso una condena de dos años de prisión, aunque la pena fue suspendida al no tener antecedentes penales. Además, deberá indemnizar a su hija con mil euros y participar en un programa de reinserción social. La jueza subrayó que su comportamiento atentaba contra la integridad física y emocional de la niña, advirtiendo que tales acciones podían tener un impacto duradero en su desarrollo.
Joana, que había alcanzado la fama con su imagen de madre moderna, ahora enfrentaba las consecuencias de sus decisiones. Mientras su abogado anunciaba que recurrirían la sentencia, la influencer reflexionaba sobre la necesidad de buscar un enfoque más saludable para la crianza de su hija, dejando atrás un método que le había traído más problemas que soluciones.
El tribunal que ha condenado a Joana Mascarenhas argumentó que sus acciones atentaron contra “la integridad física y emocional” de su hija. La jueza subrayó que, aunque la niña no mostrara miedo o recelo hacia el agua en ese momento, el comportamiento de su madre podría tener consecuencias graves en su desarrollo emocional a largo plazo.
La sentencia reflejó una preocupación profunda por el bienestar emocional de la niña, recordando que la crianza debe fundamentarse en la empatía y la comprensión, no en el castigo o la coerción. Así, el tribunal sentó un precedente importante sobre la responsabilidad de los padres y el impacto de sus decisiones en la vida de sus hijos.