Editorial:
La semana pasada, el municipio de Higüey se convirtió en el escenario inoportuno de un nuevo accidente de tránsito que segó la vida de un joven que circulaba por la recién inaugurada vía Sacra. Este trágico suceso, que enluta a una familia, también plantea una reflexión urgente sobre la realidad vial de nuestra ciudad.
Es importante aclarar que no debemos satanizar la obra de la vía Sacra en sí misma. La misma fue creada con las mejores intenciones, con un proyecto que desde hace décadas fue propuesto para mejorar la conectividad de la zona. Sin embargo, no podemos dejar pasar por alto el caos que sigue reinando en términos de ordenamiento territorial y de tránsito en los alrededores.
La vía Sacra, al igual que otras áreas de Higüey, es un punto de alta concentración, no solo por el flujo de turistas, sino por la cantidad de ciudadanos que a diario se trasladan a las diferentes oficinas públicas que se encuentran en el centro de la ciudad, como la Gobernación, la Policía, la Fiscalía y otros servicios legales. Este cruce de funciones genera un colapso en la circulación, agravado por la falta de un plan de ordenamiento vial efectivo.
Con este editorial no buscamos simplemente condenar el accidente de días pasados, sino hacer un llamado urgente al Gobierno Central y al Municipio de Higüey. Ambos tienen la responsabilidad de planificar las obras necesarias y de crear soluciones efectivas para mejorar la calidad de vida de los habitantes y visitantes del municipio. La responsabilidad del gobierno no solo se limita a la construcción de infraestructuras, sino también a garantizar que estas obras sean seguras, funcionales y realmente efectivas.
Es momento de tomar con seriedad el problema del desorden vial en Higüey. Además de las imprudencias de los conductores, que también deben ser tratadas con mayor rigurosidad, hay un problema estructural que no puede seguir ignorándose. Urge una revisión seria de la posibilidad de reubicar algunas de las oficinas públicas del centro de la ciudad, de modo que podamos descongestionar el tráfico y, a su vez, crear un verdadero plan de ordenamiento vial en el municipio.
Este tipo de medidas no solo evitarían accidentes rutinarios, sino que contribuirían a un verdadero desahogo tanto para los residentes del municipio como para los turistas que, a diario, visitan la Basílica de Higüey y otros puntos de interés de la región. Solo con un enfoque integral y una verdadera planificación se podrá lograr una ciudad más segura y eficiente para todos.
Es hora de que el gobierno tome acción. La vida de nuestras personas y la seguridad de quienes visitan Higüey deben ser prioridad.